El síntoma como mensajero del alma: una mirada integradora

Desde pequeños nos enseñaron a combatir el síntoma, a acallarlo, a temerlo. Pero pocas veces nos invitaron a escucharlo. A preguntarnos: ¿por qué está aquí? ¿Qué quiere mostrarme que aún no he visto?

El cuerpo no es solo materia. Es memoria viva. Es puente entre lo visible y lo invisible. Cuando algo duele o se repite, no siempre se trata de un desequilibrio físico. Muchas veces, el origen es emocional, mental, energético. Y si el cuerpo habla, el alma está detrás susurrando.

Un síntoma puede ser la manifestación de una emoción retenida, una herida no sanada, un límite que no te estás permitiendo. No es castigo, es aviso. No es debilidad, es lenguaje. Y el mayor acto de amor que puedes hacerte es escucharlo sin miedo.

En el acompañamiento que propongo, no se trata de buscar explicaciones lógicas, sino de abrirnos a una escucha profunda. Escuchar qué parte de ti está pidiendo atención. Qué necesita ser dicho, expresado, llorado o abrazado.

Cuando escuchas el síntoma desde el alma, no solo entiendes… algo dentro empieza a moverse. Y muchas veces, solo con ser visto, el síntoma ya comienza a transformarse.

Noticias relacionadas